Hoy, 22 de octubre, la iglesia celebra San Juan Pablo II. Desde Santa María la Blanca queremos recordar con profunda emoción la amistad que unió a nuestro fundador, don Luis de Lezama, con el santo Papa polaco. Una relación que nació de la fe compartida y se fortaleció entre viajes, encuentros y comidas llenas de cercanía y cariño.

Don Luis fue siempre una persona muy activa en los viajes de Juan Pablo II a España, acompañándolo como sacerdote y periodista, testigo privilegiado de un pontificado que marcó a toda una generación. En cada visita, el Papa expresaba un deseo muy especial: que fuera Lezama quien se encargara de su comida. “Algo español”, le decía con una sonrisa. Y así fue: don Luis preparó para él platos sencillos, llenos de sabor y hospitalidad, que el Papa disfrutaba con gratitud y alegría.

Esa conexión iba más allá de la gastronomía. Les unía una visión de la vida y de la fe profundamente humana y esperanzada, una fe que se hace concreta en el trabajo, en la educación y en el servicio a los demás. Ese mismo espíritu sigue siendo hoy la esencia de nuestro proyecto educativo: formar personas libres, solidarias y comprometidas con el bien común.

En nuestra Parroquia de Santa María la Blanca, construida en memoria de Juan Pablo II y de su presencia en Madrid, conservamos con orgullo la primera reliquia de San Juan Pablo II que llegó a España. Durante los días de su llegada, fueron muchos los fieles que se acercaron a venerarla, movidos por el cariño y la devoción hacia el Papa que tanto amó a nuestro país.

Las puertas de entrada a la parroquia guardan también un recuerdo imborrable: están grabadas con sus célebres palabras —“No tengáis miedo. Abrid de par en par las puertas a Cristo”—, una invitación que sentimos cada día como misión y compromiso.

Además, en la guardería del campus, los más pequeños crecen rodeados de fotografías inéditas de San Juan Pablo II, imágenes llenas de luz y ternura que nos recuerdan su sonrisa y su fe inquebrantable.Hoy damos gracias por la vida de San Juan Pablo II y por la de don Luis de Lezama, dos hombres que supieron transmitirnos que la fe también se vive en la alegría, el trabajo bien hecho y el amor a los demás. Su amistad nos inspira a seguir construyendo, desde la educación, un mundo más humano y más esperanzado.