CARGANDO

Type to search

Educar es provocar el encuentro personal

Actualidad

Educar es provocar el encuentro personal

Educar es provocar el encuentro personal Don Luis Lezama Colegio Santa María La Blanca

Ponencia de Don Luis Lezama en el XI Foro de Innovación Educativa

Llevo toda la vida preguntándome a mí mismo: ¿qué es la vocación?  ¿Cómo provocar la vocación personal? ¿Cuándo se debe realizar o se realiza  en el niño o niña la vocación personal? 

No en vano, fui, durante 8 años, Delegado de Vocaciones del Arzobispado de Madrid y me tocó pensar, escribir y hablar sobre este tema. Parto de un concepto clave: la vocación del hombre es amar. 

Cuando amas, te comprometes. El compromiso es con alguien. Ese  alguien es un cómplice que descubres en tu proceso interior al asomarte a la  vida. El hecho del amor es el conductor, a través del sentimiento, de toda  relación que motiva a quien lo posee y entrega también a quien lo recibe.
Resuena en mi mente esta frase: “llamado a ser una sola carne”
El llamado se produce de un modo interior más que exterior. Es una  provocación. Se manifiesta por los sentidos. Se induce por los sentimientos.  Acaba en el ser otro, humano, presencial y cuerpo vivo. 

Tendríamos que hacer una reflexión sobre lo que significa ser humano. El amor es lo único que proporciona felicidad verdadera. El ser  humano es humano porque ama. No se aparea por instinto sino por amor que excita los sentidos y se manifiesta por los sentimientos.  

¿Cómo puedo encontrar la felicidad en la vida? Educamos no para  tener ciencia, sino para ser felices. Sólo la felicidad en el conocimiento nos  da la consciencia de ser felices. El ser humano parece aspirar a la  trascendencia desde que nace. Es influyente en los demás en cuanto adquiere  la práctica de sus sentidos y la relación con el otro.
El cómo de todo esto yo no lo sé, lo aprendo cada día. La experiencia  me da el punto de arranque. Sin embargo, cada día es un nuevo  descubrimiento que me hace tener una actitud innovadora porque quiero más  y más. Somos insaciables de felicidad. 

No sé lo que hoy juntos aprenderemos pues este programa no está  preconcebido con un fin, sino todo lo contrario. Lo mejor de este foro es que  nos sorprenderá en sus conclusiones y consecuencias para cada uno de  nosotros. Ahora ya, en nuestros pensamientos, hay algo nuevo y distinto de  cuando entré.
Al reflexionar sobre cómo provocar el encuentro personal entre  educador y educando, pienso que tenemos que vencer una conciencia tímida  de respeto que nos lleva rutinariamente a una disciplina de autoridad  jerarquizada: “el alumno es el alumno y yo soy el profesor”.  

En la educación personalizada hay que cambiar esos trucos que  radican en la memoria de la educación que recibimos nosotros cuando  éramos niños. Hay que romper la inercia de situarme desde la superioridad  ante el niño o la niña. Hay que cambiar el eje del interés, situarlo en ellos y  dejarnos sorprender por el avance de su confianza que es lo que nos hará  convertirnos en líderes. No tengáis prisa. Es una actitud desde el primer  momento que tiene que motivar empatía. Si no eres capaz de amar a otro, no  te dediques a la enseñanza. Harás mucho daño.  

Fijaros en algunas experiencias testadas. Cuando a un chico o a una  chica le dices “fulano o mengana está por ti”, estás provocando a esa persona, se ruboriza y piensa qué ha descubierto en él o ella ese otro  muchacho o muchacha que no sepan de sí mismos.
Descubrirse a sí mismo es un trabajo personal en el que tenéis mucho  que hacer como labor previa al proceso de formación. Nosotros  consideramos que la enseñanza, aparte de conocimientos, sólo se transmite  con una función educadora formativa. El conocimiento aislado es un tostón  que se puede adquirir por la memoria, pero no por la razón. 

¡Ahí estaba la educación personalizada! 

Descubrirse a sí mismo es un trabajo personal al que el profesor, la  tutora o tutor tienen que ayudar desde el primer momento. Todos os estaréis  haciendo la siguiente pregunta: ¿cómo ayudar? 

Estamos aquí para ser capaces de descubrir cómo hacerlo. Desde  luego, no desde el pensamiento de que solo nuestra ciencia nos permitirá  dominar la situación. A tus alumnos les interesa más quién eres y qué eres  para su vida que lo que sabes. Tus títulos no le importan. Tu empatía sí.  

Supongo que todo habéis estudiado algo de Psicología y que tenéis  una preparación idónea. Sin tener que repetir algunas charlas del pasado, una  de mis manías es volver a los orígenes de la Filosofía y la Psicología para encontrar nuevos caminos. Hay que asentar en el pasado los proyectos  del futuro. Olvidarse de los estudios que precedieron a los sistemas actuales  es un error en el que caen principiantes y profesores ocurrentes, pero no  aquellos que hacen de su vocación docente toda una vida aplicada en el aula. 

Podría referirme a lo que unos y otros habéis estudiado de la  Psicología de la Edad Evolutiva. Por ejemplo, a referentes como Agustín  Gemelli o Clotilde de Montecorbo.
La evolución de la Psicología de la Edad Evolutiva moderna es muy  fuerte. Yo, en mis tiempos de Fiolosofía, estudié a Eduard Spranger, el  alemán que ha sido y es un referente en mi vida como educador. 

Todos hemos pasado por Freud y hemos visto sufrir regresiones y  bloqueos que merecen nuestra atención. Algunos marcados en las etapas  psicosexuales de Freud: oral, anal, fálica, latencia, pubertad y genital. En  general, aquello nos inducía a una psicología sexual en el descubrimiento de  nuestros niños y niñas por la búsqueda de gratificación y soluciones del  conflicto que avanza con el desarrollo y la edad.

Luego, quizás algunos recordaréis a la austríaca Melanie Klein, quien  puso ante nosotros la realidad de que niños y niñas se desarrollan motivados  por establecer relaciones con sus semejantes.
Todos aquellos que iniciaron la Psicología de la Edad Evolutiva  resaltan que los alumnos van a encontrar la independencia cuando descubran  que son competentes en sus habilidades. Esta es la confluencia de un sistema  educativo nuevo y, en realidad, antiguo pero diferente al que se viene  aplicando hoy. 

Por tanto, educador, educadora, debes asumir que -aparte de tus  conocimientos y competencias en las distintas disciplinas- es muy  importante ayudar a nuestros alumnos a descubrir y practicar con esas  habilidades personales que en el proceso psicológico evolutivo van  encontrando.
Si un niño descubre que es hábil tocando el bombo, no quieras  obligarle a que sea igual de hábil en Matemáticas. Más bien, motívale a que  siga tocando el bombo y creciendo en esa habilidad mientras –de una forma  sugerente- le mencionas lo importante que sería para él saber Matemáticas  para, por ejemplo, dominar las estructuras rítmicas.

Hacer encajar el producto diferenciado en el mestizaje de la vida no es  fácil pero, al menos para mí, Dios creó un mundo en armonía. Dejemos a un  lado las explicaciones catequéticas que no ayudan demasiado en la intimidad  y en la crisis de la madurez psicológica evolutiva y el descubrimiento de la  personalidad individual de cada uno.
En ese descubrimiento vocativo, hay que enseñarles a buscar la  responsabilidad de no imponerse sobre otros y tener iniciativa propia para  tocar bien el bombo. En la diversificación, está su personalidad.  

A partir de esos momentos, educadores, viene la crisis de identidad y  la confusión de roles. Ahí es donde se busca la propia identidad, la primera  travesura gorda, la primera fuga de casa… 

Se equivocan, toman caminos y decisiones personales como colocarse  un piercing, hacerse un tatuaje…y luego se arrepienten. Toman decisiones de  aventura y se dan cuenta de que son solventes para saltar la valla pero que,  habiendo saltado la valla, después no saben qué hacer. Y es que lo que había  al otro lado de la valla es casi igual que lo que había delante. Nada del mundo  distinto que habían imaginado. Y buscan una puerta en la valla para volver rápido. Pero no las hay. Entonces, piensan: “tendré que volver a trepar a la  inversa para pasar al otro lado”.

Educar es provocar el encuentro personal Don Luis Lezama Colegio Santa María La Blanca Madrid

Ese regreso es un proceso duro, que se asume con reticencia, pero que  incide mucho en la vocación. Se produce una nueva crisis de identidad y  aislamiento. Es el momento en el que el alumno o la alumna más te necesita  porque se encuentra perdido o perdida no en una materia concreta, sino en  su propia vida. Se produce aislamiento. Y, ¿qué busca? Generar  vinculaciones fuertes y, a veces, las toma y las desprecia. Es ahí donde nace  el amigo íntimo, el confidente.  

Estad siempre preparados para el retorno del alumno. Los otros  sistemas no lo aceptan. ¡Suspenden! Es decir, dejan colgados a los  individuos en su proceso de formación. 

En ese momento, los sentimientos siguen siendo el hilo conductor para  el trasvase de conocimiento e, indiscutiblemente, ese hilo conductor se  encuentra sobrestimulado y alterado. Es entonces cuando tienes que  aprovechar lo ganado afectivamente en procesos anteriores. Un momento de  la vida en el que el alumno o alumna trata de ser él o ella misma pero también  la versión del mejor amigo o el profesor o profesora que tiene como  referente.

Piaget, el suizo del final del siglo pasado, padre de la Epistemología  Genética, fija en interacción evolutiva entre el sujeto y el objeto su teoría  cognoscitivo-constructivista, el desarrollo de la inteligencia del ser humano  desde que nace hasta que muere. Piaget enseñó en una escuela para niños y  sus pensamientos no salen de la mera especulación racional. Es como  vosotros: un didacta de sí mismo. Su teoría de las etapas del desarrollo nos  ayuda en nuestro Sistema EBI. 

Educar personalizadamente, buscando el despertar de nuevas  habilidades y aptitudes del alumno es consustancial al progreso de sus  conocimientos. 

Esto no me vino del cielo. Spranger dice que “la finalidad de la  educación es la cultura”. Él es el pensador sobre el que he centrado mis  conocimientos educativos. Su contribución en Tipos de hombres (1928) a la  Teoría de la Personalización fue clave para poner en valor a la persona y  obtener respuestas crecientes en los resultados educativos. 

Si no ponemos en valor a nuestros alumnos, seremos incapaces de  transmitirles conocimientos. Pero esto no se ha hecho, durante años, en la  educación. No se ha hecho. Pasará el curso anodino y quedarán los pupitres  vacíos. Pero, ¿también quedarán vacíos las cabezas y los corazones de nuestros alumnos? ¿De qué sirvieron tus apuntes? Ni una línea quedó en el  imaginario de tu alumno. Triste, ¿no? ¡Pues sigue sucediendo! 

El mundo de las cinco pantallas se lo come todo, lo ha devorado todo.  Te enfrentaste y fuiste derrotado ante el móvil, que pudo más que tú; la  televisión, que borró sus pensamientos personales; el cine, que les transportó  a un mundo imaginario; el ordenador, que les habla en otro idioma; la  inteligencia artificial, que pretende –sin conseguirlo- ir más allá de la  humana. ¿Cómo superar el reto de la tercera persona que el alumno  digitalizado de nuestro tiempo lleva dentro? 

Hacerle dueño de sí mismo es una peripecia más cerca de la  transformación que de la evolución rítmica de la persona “antigua”. Aquello  que llamábamos “madurar con la edad” es un salto en el vacío. Se tú,  educador, por tu confianza, su paracaídas.  

En una sociedad en la que el roll del padre y la madre está confuso…  ¡es más importante que nunca el educador! Este toma relevancia.  

Teóricamente, la labor docente tiene como interés DESCUBRIR LA  VERDAD. 

La verdad sistematizada y analizada es una búsqueda del  conocimiento que crece a medida que se desarrollan nuestras personas. 

Pero uno se interesa en lo que es ÚTIL. La utilidad es la economía de  la verdad. El niño o niña busca el retorno de lo que aprende como lo hace un  economista nato y, si no lo encuentra, lo desdeña. Se pierde la confianza,  devalúa al profesor. A partir de ahí, lo oye pero no lo escucha. El retorno útil  necesita SATISFACER al individuo y a la sociedad en la que vive.  

Tiempo, dinero, recursos…todo ello es necesario. Hay que ser  paciente.  

En medio de ese proceso del aprendizaje personalizado, hay una forma –que podemos llamar Sistema EBI- y una armonía del encuentro entre  profesor, tutor y alumno.  

Despertar la EMPATÍA requiere esfuerzo. El valor más alto de lo  social es el AMOR A LAS PERSONAS. Es una pasión por invertir tu tiempo  y tus recursos en ayudar a otros a alcanzar sus potenciales habilidades.  Eduard Spranger sabía mucho de estas cosas. 

Podríamos hablar de otros teóricos y filósofos de la Psicología  Evolutiva, pero lo que yo he hecho como simple profesor o educador ha sido  buscar a los expertos, a los que están en las aulas, en los patios, a quienes  son protagonistas y testigos, cada día, del devenir de la realidad educativa. 

No soy un científico, solo un pragmático observador que con la vida  ha ido aprendiendo de vosotros que toda referencia científica tiene que estar  contrastada con la realidad de cada tiempo y de cada hombre que  evolucionan muy distintamente sobre unos ejes comunes y ancestrales que  debemos tener presentes: la memoria, la inteligencia y la voluntad.  

Muchas gracias. 

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies